lunes, 12 de octubre de 2009

Discapacidad intelectual



  • Aceptar a los niños por lo que son. Esta aceptación dará entrada a los sentimientos de auto aceptación.

    Tratar a cada uno respetando su individualidad. Apreciar sus diferencias y no compararlos.

    Usar sus nombres frecuentemente, familiarizarse con sus vidas fuera de la escuela hablando sobre sus hermanos, animales domésticos, pasatiempos, etc.

    Respetar a los niños, a sus familiares y su cultura.

    Ayudar a los niños a ver que son multidimensionales. “Yo soy bueno en ..... pero también tengo que trabajar en .....”

    Los niños dicen cosas con su comportamiento. Hay que convertirse en “observador de
    niño”. Ser sensible a sus reacciones y comentarios durante la jornada escolar.

    Los estudiantes son capaces y siempre pueden aprender algo nuevo. Diseñar un curriculo en el que cada cual puede tener éxito.

    Impulsar a los niños dándoles opciones dentro de una misma tarea.

    Animarles a ser independientes, a aceptar responsabilidades y seguir hasta el final sus tareas.

    Fijar reglas claras y expectativas de conductas. Hay estudios que sugieren que cuando los niños tienen límites y saben lo que se espera de ellos, desarrollan una autoestima más alta.

    Ser justo y coherente. En vez de castigar, a los niños a asumir las consecuencias de su conducta.

    Seguir una agenda de rutinas, así los niños sabrán qué esperar.

    Dar a los niños oportunidades para desahogar su energía y emociones con ejercicios y juegos al aire libre.

    Puede ser positivo cometer errores, pero evita reacciones desmedidas cuando los niños
    hagan algo mal.

    No poner etiquetas, tales como “lento”, “desordenado”, “entrometido”.

    Valorar la creatividad y originalidad.

    Hacer preguntas abiertas, darles tiempo para reflexionar y saber escuchar sus respuestas.

    Animar a los niños a solucionar problemas. Ser optimista.

    Estar disponible. Dar a los niños tiempo de calidad y hablar con ellos individualmente...

    Permitir que los niños nos conozcan realmente, compartiendo nuestra vida personal.

    Mantener el sentido del humor y reirse frecuentemente.

    Sacar provecho de los mensajes no verbales con sonrisas abiertas y golpecitos en la espalda.

    Celebrar los logros de los niños. Recordar sus éxitos pasados y comentar con ellos cómo están creciendo y cambiando.

    Ayudar a los niños a dejar metas y a experimentar más tarde la recompensa.

    Usar el estímulo en vez de las recompensas.

    Dejar que los niños nos escuchen por casualidad comentarios positivos sobre ellos.


    Tomado de: Autoestima para niños de Jean R. Feldman/ versión en español publicada por Nancea, S.A. 2002


 

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