sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Qué podemos hacer como padres de un niño con discapacidad intelectua?l

 Hay que poner el acento en las habilidades de nuestro hijo y no únicamente en sus limitaciones.




Los diagnósticos, generalmente, son una lista de todo lo que nuestro hijo no puede o no va a poder hacer. Un pronóstico así no sirve si lo que queremos es estimular a nuestro hijo. Los niños con discapacidad —como todos nosotros— se desarrollan a partir de lo que sí pueden hacer.



Si brindamos a nuestro hijo la oportunidad de explotar al máximo sus capacidades, tendrá mayor oportunidad de crecer sanamente.

Es importante observar a nuestro hijo en relación a otros niños de su misma edad. La idea no es compararlo sino ver cómo podemos fortalecerlo para que tenga un desarrollo lo más semejante posible a sus pares.


Manejarse con autonomía en la vida cotidiana exige múltiples elecciones y ajustes, para interactuar con toda clase de personas en todo tipo de situaciones. Nuestro hijo necesitará de un plan de trabajo individualizado para determinar los apoyos que requiere en cada campo y —como todos los niños— tendrá que aprender a desenvolverse, lo más autosuficiente posible, en las siguientes áreas:


Comunicación. Lo ideal es que aprenda a comprender y expresar información a través del lenguaje y la gestualidad. Si nuestro hijo tiene algún problema en el área del lenguaje que no le permita expresarse oralmente, buscaremos métodos alternativos para que pueda comunicarse dentro y fuera de la familia.


Cuidado personal. Todos los niños deben aprender a realizar por sí mismos actividades como bañarse, vestirse, comer y cuidar de su apariencia. De acuerdo con la edad de nuestro hijo iremos, paso a paso, conquistando pequeñas metas.



Podemos empezar por invitarlo a que coopere para vestirse: a que ponga su bracito dentro de la manga, a que se suba solo los pantalones... ,hay que graduar las actividades y aumentar la dificultad según sus progresos, hasta que sea capaz de hacerlo sin ayuda.


La mejor enseñanza es la que se da paso a paso; los aprendizajes se dan con la experimentación y la explicación constante. Como padres tenemos que desmenuzar las tareas en actividades sencillas y empezar de atrás hacia adelante. Por ejemplo, si la meta es que nuestro hijo se ponga solo el suéter, hay que empezar por ponérselo nosotros y pedirle a él que se lo ajuste. El siguiente reto es que aprenda a meter su bracito en las mangas, luego que introduzca la cabeza o que lo abroche si es una prenda abierta.


Tareas hogareñas. Un buen comienzo para la vida independiente que deseamos para nuestros hijos, inicia por la propia casa. Como cada miembro de la familia, él también debe tener responsabilidades. Dejemos que nos ayude —de acuerdo con su edad y capacidades— en las tareas de aseo, orden y mantenimiento del hogar. Igual que en el ejemplo anterior, las tareas deben empezar por lo más simple: secar los platos, colocar los tenedores sobre la mesa, la almohada sobre la cama, levantar los juguetes y ponerlos en su lugar...


Habilidades sociales. Nuestros hijos deben ser capaces de controlar su conducta, respetar a los demás y hacerse respetar. Es una meta ambiciosa que también necesita dividirse en objetivos específicos y de corto plazo.



Nuestro niño se beneficiará mucho si le enseñamos a ser educado: a saludar y a despedirse, a pedir las cosas por favor y a dar las gracias..., hay que explicarle, también, cuáles son las conductas que esperamos de él en cada situación y en cada ambiente.
Los niños —todos— deben aprender a respetar su turno (a hacer cola para pegarle a la piñata, por ejemplo), a tolerar la frustración y a posponer sus necesidades inmediatas (disfrutarán el postre cuando terminen de comer). A compartir (un ratito jugarán a lo que ellos quieren y otro a lo que sus amigos quieren) y a respetar las reglas (los lunes y los miércoles les tocará poner la mesa). Estas conductas sencillas son la base para lograr una convivencia social sana.
 
Utilización de servicios de la comunidad. Poco a poco hay que introducir las habilidades y destrezas que permitirán a nuestro hijo moverse en su comunidad y resolver problemas: ir a la tiendita, usar el camión, ahorrar su dinero, poner cartas en el correo...



Hay que invitar al chico a que nos acompañe a realizar actividades cotidianas; aún más importante, hay que explicarle qué vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer. Si vamos a la tiendita, hay que pedirle que entregue el dinero al tendero y dejarlo recibir el cambio, explicarle que el botoncito blanco —en la pared del microbús— hace un ruido, si lo oprimimos, que le dice al chofer que su parada es la siguiente...


A veces los papás pensamos que el niño es demasiado pequeño para entender lo que decimos o hacemos, sin embargo, la comprensión sólo se puede adquirir con la experiencia. Si privamos a nuestro hijo de ella, si no interactuamos con él, estamos limitando su desarrollo cognitivo.


Autocontrol. Nuestros hijos deben saber qué hacer en situaciones determinadas. Hay que enseñarle a tomar decisiones y, para ello, toca empezar por las más sencillas: “¿ qué quieres ponerte para ir a la fiesta ”, “¿qué prefieres de postre mañana, helado o flan?”


Nuestro niño, también, debe aprender a seguir un horario, a terminar lo que empiece y a resolver situaciones cotidianas. Un juego divertido es plantear situaciones hipotéticas para ver cómo se resuelven: “¿qué harías si alguien que no conoces toca a la puerta de la casa?”; “si estás en la escuela y te duele la barriga ¿a quién le avisarías?”.

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