Las relaciones entre hermanos y hermanas son únicas y tienen una influencia muy significativa en sus vidas. A medida que ellos crecen, la relación se convierte en un sistema de apoyo mutuo.
Durante la infancia, los hermanos modelan activa y mutuamente sus vidas, preparándose para las experiencias posteriores con sus iguales y como adultos.
El sistema de apoyo mutuo que se establece se erige como muy importante puesto que generalmente la relación fraterna dura hasta la muerte, es una relación de por vida y se comparten experiencias que no se compartirán con nadie más.
¿Son estas experiencias fraternas las mismas cuando un hermano o hermana presenta una discapacidad?
Experiencias distintas...
Son distintas; ni mejores, ni peores. En esta relación, el subsistema fraterno también expresará emociones, aprenderá habilidades, se traspasarán conocimientos, mantendrá secretos y alianzas...pero los contenidos de todas estas acciones serán especiales, propios de este subsistema y con unas características particulares que lo diferenciará de los demás subsistemas fraternos.
Así, el orden de nacimiento de un niño o niña con discapacidad (si es el mayor o el pequeño) tiene una cierta influencia en la adaptación fraterna. De forma global, se puede señalar que los hermanos y hermanas mayores que la persona con discapacidad son más adaptables socialmente y tienen menos problemas de conductas que los y las menores.
Etapa de confusión
El grupo fraterno de mayor edad que la persona con discapacidad ha vivido sus primeros años en un ambiente familiar que ha tenido tiempo y ocasiones para ir evolucionando y avanzando en el ciclo familiar vital, mientras que el grupo de los menores nace en una familia que posiblemente, todavía está haciendo todo el proceso de afrontamiento a la discapacidad, especialmente, si la diferencia de edad entre el hermano con discapacidad y el más pequeño no es demasiado espaciada.
No obstante, tanto en la primera como segunda situación, el subsistema fraterno está inmerso dentro de la etapa de shock y confusión que están experimentando su padre y su madre ante la noticia del diagnóstico de la discapacidad. Así, durante estos momentos más o menos largos de afrontamiento a la discapacidad que está realizando el subsistema parental, el hermano o hermana queda en un segundo plano puesto que los progenitores están dedicando toda su atención a este hijo o hija que acaba de ser etiquetado como diferente.
Reacciones diversas
En muchas ocasiones, el hermano o hermana reacciona de forma antagónica. En un caso, se muestra muy dispuesto a ayudar y reduce sus demandas a su padre y madre, quienes suelen aceptar este comportamiento de ayuda con alivio.
Esta ayuda se puede convertir en asumir demasiada responsabilidad por parte del hermano o hermana, incluso en sobreprotección, teniendo dificultad la madre y el padre para comprender el malestar que puede sentir este hijo o hija que muestra una inhibición demasiado cooperativa.
En otro caso, protesta con negativismo, creando así un estrés adicional a los progenitores reforzando entonces, el sentido de éstos de estar asaltados por demasiados problemas. Este tipo de comportamiento es percibido por el subsistema parental como una provocación deliberada más que como una reacción normal de celos y rivalidad ante un hermano o hermana que está siendo el centro de atención, y un centro de atención no solamente en la familia más inmediata sino también en la familia extensa y en una multitud de profesionales y servicios que le quitan tiempo al padre y a la madre para poder atender a este otro hijo o hija.
Rivalidad y celos
En general, los celos entre hermanos/as en estas familias son vividos por el padre y/o la madre de peor forma y no saben cómo actuar ante la rivalidad o la sobreprotección.
Ambas conductas buscan la atención del padre y de la madre. Pero la realidad es que estos hermanos y hermanas tendrán que aprender a compartir en desventaja esta atención y que por la propia situación de la discapacidad (cuanto más grave sea y más dependiente sea esta persona) obtendrán menos atención de sus progenitores.
Un hecho a resaltar es que estos hermanos y hermanas se pelean mucho menos que el subsistema fraterno normal. Posiblemente, la explicación se deba a que la infancia con disminución es menos capaz de una reciprocidad y a su vez, a que el hermano/a normal se siente culpable o lo culpabilizan más cuando en el subsistema fraterno se entabla una pelea. En este sentido, todas las hermanas mayores tengan o no una hermana o hermano con disminución sienten que sus hermanos y hermanas se comportan negativamente con ellas.
Actividades instrumentales
Otra característica a resaltar de este subsistema es que las actividades que se establecen en él, tienden a ser más instrumentales; es decir, los hermanos y hermanas asumen roles de ayudante, maestro/a, cuidador/a siendo estos dos últimos roles ejercidos mucho más por las hermanas.
No está muy claro qué efectos pueden tener estos roles: unos estudios muestran que las hermanas se resienten de ello mientras que otros indican que éstas ganan en autoconcepto e independencia. No obstante, es interesante comentar que esta situación es parecida a la de las hermanas mayores de las familias numerosas.
Relaciónes que evolucionan a lo largo del tiempo
En general, la literatura muestra que la relación fraterna es más fácil en la infancia pero más difícil en la adolescencia, volviendo a una estabilidad en la adultez para retornar a ciertas dificultades cuando los progenitores ya no se pueden hacer cargo del hijo o hija con una discapacidad, especialmente cuando éste/a es dependiente.
jueves, 30 de septiembre de 2010
Participación de los hermanos en la dinámica familiar
Discapacidad intelectual,
hermanos de personas con discapacidad
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