jueves, 30 de septiembre de 2010

Familia y discapacidad

A los 8 años, Patricia Becerril inició un diario para su hermanito, quien tiene parálisis cerebral. Durante 5 años le contó los sucesos cotidianos: “¡Hola, Rodrigo!, ¿cómo estás? Yo muy feliz, porque la terapista Blanca te paró y ¡te quedaste parado por primera vez! Aunque, también, estoy un poco triste, porque te pusieron férulas, son unos aparatos para que camines”.


Los hermanos de niños con discapacidad experimentan sentimientos encontrados: dolor, cariño y culpa. ¿Qué pueden hacer sus padres para ayudarlos? Ante todo, es fundamental aceptar la discapacidad de su hijo con amor y tranquilidad.

En su artículo ¿Qué podemos hacer? Preguntas y respuestas para familias con un hijo con discapacidad, los doctores Navarro y Canal aconsejan a los padres informar claramente a sus hijos el estado físico y mental de su hermano. Es esencial hablar abiertamente de los temores más comunes: ¿va a morir? o ¿lo quieren más que a mí?

Mitzi Waltz, en su libro Pervasive Developmental Disorders: Finding a Diagnosis and Getting Help, recomienda repartir el tiempo por igual entre los hijos para darles las dosis de atención y amor justas, y así evitar los sentimientos de desplazo. Por ello,. organizar salidas al cine, a comer o al parque con el hijo que no tiene discapacidad son buenas oportunidades para platicar sobre su escuela, amigos y problemas.


Además, los padres pueden inculcarles que una forma de amar es por medio de ayudar al otro. Así, partiendo de este punto, enseñarles las habilidades necesarias para apoyar al hermano a usar los aparatos ortopédicos, dar medicamentos de emergencia, etcétera. Es importante que el hermano sienta la responsabilidad de atenderlo pero no al grado de convertirse en un sacrificio. Para atenuar las obligaciones familiares, se puede buscar apoyo de familiares, de amigos y de servicios comunitarios.

Otra recomendación es inscribir a los hijos en talleres especializados, pues les brinda la oportunidad de compartir inquietudes con niños que se encuentran en situaciones similares. La Fundación Ven Conmigo, por ejemplo, imparte este tipo de talleres (www.venconmigo.org).

Por otro lado, merecen especial atención los niños que tienen familiares con discapacidades que resultan en conductas violentas; ya que pueden encontrarse en riesgo de ser dañados tanto física como psicológicamente. En estos casos es imprescindible consultar a un especialista.


Sin embargo, esta circunstancia de vida puede ser una oportunidad para unir a la familia en torno al amor y generosidad que se deben profesar entre ellos. Cuando es bien enfocada la educación, los hermanos de niños con discapacidad suelen desarrollar sentimientos valiosos al poner en práctica su altruismo y sensibilidad.


Debido a que son conscientes del esfuerzo que realiza el hermano pare vencer sus limitaciones, se sienten orgullosos cuando logra al fin alcanzar una meta. Incluso, muchos se involucran a tal grado con la discapacidad, que eligen profesiones relacionadas con el tema: psicólogos, terapeutas u ortopedistas.


La integración de los hermanos se logra a partir del amor y de la fortaleza de espíritu. Con o sin discapacidad los niños han tenido siempre los mismos deseos y gustos. La diferencia es que algunos necesitan más ayuda. A fin de cuentas, como escribió alguna vez Pablo Neruda: "Cabemos todos en la tierra mía".

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